Ad portas de cumplir medio siglo, la revolución del pueblo cubano no da tregua y, a pesar de los constantes hostigamientos desde Norteamérica, se prepara nuevamente para elegir a quienes conduzcan los destinos de la isla caribeña.
Se trata, de un proceso democrático que se sustenta en la participación directa de todos los electores. En rigor, es la elección de dirigentes desde las bases ciudadanas y en todo nivel. La primera etapa, dice relación con la nominación de los candidatos que serán delegados Municipales. Evento que comienza esta semana en el marco de las llamadas 200 asambleas. Es justamente allí, donde el pueblo nomina a los candidatos.
Una de las tantas atribuciones de los electores es, justamente, ser parte influyente de la definición de los futuros candidatos. Cuestión que se da en medio de acaloradas discusiones en asambleas populares a lo largo de la isla. Dichas reuniones, se realizan por circunscripciones que, además, están divididas por áreas. Cada área delimitada realiza una reunión a la vez.
En medio de la particularidad del proceso, hay una característica ejemplificadora respecto a la participación ciudadana. Esta, dice relación con que la ley cubana, desde su lógica igualitaria, plantea que cualquier ciudadano puede ser candidato, no así como en Chile, donde hay sendas restricciones para aquello. Por ejemplo, y en el proceso de las reuniones por área, alguien sin plantearselo puede ser sindicado como nominado por un vecino hasta ser electo. Ciertamente, existe el derecho a negar dicha responsabilidad, no obstante el sentido moral es inquebrantable para los cubanos.
Luego de nominados los futuros candidatos, la legalidad cubana, plantea que cada ciudadano sólo puede elegir a un futuro representante y quien obtenga la primera mayoría será electo como candidato. Este es el inicio de un largo proceso eleccionario que concluye en la elección a todo nivel de los representantes cubanos.
Sin duda, se trata de un ejercicio democrático incomparable, en tanto es la misma ciudadanía quien no sólo elige a los dirigentes sino, también, es parte fundamental en la definición de su candidatura. En rigor, se trata de un proceso ejemplar en materia de representatividad que, por cierto, debiera ser plagiado por otras naciones.
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